Quiero introducirme
entre tu límpida historia,
para remontar el raudo vuelo
y anidarme siempre en ti.
Decorarte en los niños,
para que juegues con ellos a la ronda;
conozcan el por qué eres:
Mi siemnpre poema de amor.
Te nombraron símbolo patrio,
ya que es tu merecido pedestal;
albura de monja, rubí de quetzal,
himno de ceiba en bandera de amor.
El ritmo que exhalan tus poros
cristianiza al más rudo,
beatifica al que a tu llamado obedece
y saborea tu esencia que mi patria te dio.
Eres:
Como un don que las vírgenes llevan
para curar las penas del alma chapina;
hoy, que alienados tus hijos marginan
tus alabanzas por ruidos de horror.
Siempre vivirás santa y pura,
como la naturaleza verde y esbelta;
maldigo la mente que quiera borrarte
o provocarte la muerte que nunca vendrá.
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