viernes, 13 de diciembre de 2019

INCERTIDUMBRE..

Reconozco que he vivido en vano,
que no he hecho algo bueno por el mundo,
solo dejé sin sabores y problemas
y arrepentirme ya no cura nada.

Quisiera ser idea vaga y solitaria
para meterme en la conciencia de la gente
para conocer el concepto que de mí tienen;
porque sigue martirizándome el dilema.

Esa incertidumbre me acecha y me condena,
pero reconozco mis pecados y errores,
eso es lo que permite que aún viva,
pero me da vergüenza, lo aseguro.

Camino cómo autómata en la vida,
sin saber a donde voy,
espero que este martirio poco dure
porque me estoy cansando de verdad.

Dicen que para mí está el infierno
y que la gloria está lejos de mi ser,
lo he aceptado resignadamente
que no tengo miedo de morir.

Soy tan intrépido que luego anhelo esto
para quitarme esa duda que me ostiga,
porque, cuando ya no valemos nada
no debemos de temerle a nuestra vida.

Para no alargar tanto mi delirio
ya no quiero disvariar hasta enloquecer,
nada me importará que me llamen loco;
que vivir así es lo mismo que morir.

VERSOS A LA SALUD. DEDICADOS AL SALUBRISTA.

La salud es fuente de gran sabiduría
porque enhebra el alma y el espíritu contrito,
es la sonrisa de Dios a cada día
y la valorización de nuestra estima.

La salud es presagio de incólume progreso
porque amalgama a la familia con la sociedad,
es la reciprocidad de belleza y embeleso
que nunca defrauda al pensamiento y su valía.

La salud es la santa convergencia
en que se forma el afluente más divino,
se cumple la vida y su herencia
para ver todo, con amor y colorido.

La salud es el florilegio de virtudes
en que nace el perfume de la gloria
para nuestros bellos tesoros,
nuestras juventudes
que se empapan de ella y conocen su valor.

La salud es la bitácora más bella
que nos orienta al crisálido perfil,
el que debemos tener como una estrella
que debe iluminar nuestros pasos con fulgor.

La salud nos lleva de la mano y armonía
por los senderos de quebrantos tan oscuros,
despeja los cielos como útil pedrería
para darle matiz a nuestros lívidos sentidos.

La salud es la conclusión de la esperanza
que solo vive en las almas que la aman
aquellas que subrayan su importancia
y la bendicen como sustento entre sus labios.

La salud es nuestro abrigo en las dolencias
que nos acechan y con ironías nos hostigan
por eso sus pocas letras forman la esencia
para curar con amor al pobre y olvidado.

Es la salud la bendición sobria y delicada
que debe irradiarse con oraciones y proverbios
porque es del Creador idea santificada
que nunca debe faltar en el menú y la oración.

Es la salud la encomienda del Salubrista
que la disemina en el rincón más pobre,
ahí donde es luz su humilde arista
que lo distingue y siempre lo bendice.

Es la salud el desvelo del apóstol
que siente en su sangre aquel llamado
de sonreír al enfermo aunque esté triste
y sentir su tristeza en lugar de su sonrisa.

Por ello dedico estos versos a ustedes
Salubristas
para nombrarlos: "Sembradores de salud"
o si quieren: " Profetas embalsamados de virtudes"
que hacen de los adoloridos corazones
pebeteros de luz y de alegría.

AL LIBRO.

Cuando un libro está en mis manos
somos de pronto más que hermanos;
el quiere deleitarme con su ciencia
y yo, deleitarlo con mis dudas.

Con él, aclaro mi sutil entendimiento
para conocer algo de mi intento,
porque todo quisiera conocerlo,
pero no sé, si la vida me da tiempo.

Tengo fe que su lumínica inocencia
me de luz en mi existencia
para cuando mi vida se termine
no dude nada de este mundo.

El libro es el docto que a conciencia
combate la árida ignorancia;
es el consejero que no miente
y está atento al llamado soberano.

Es el libro, el profeta tan piadoso
que nada exige por su don precioso,
tampoco por alimentar el ama
con preceptos mágicos de amor.

Es el libro el arma que no hiere
y hace triunfar al noble y al que muere;
es tan grande el poder que tiene
que aunque lo ofendan no hace más que
predicar.

Contiene el libro la magia inextinguible
para adentrarse a lo inexpugnable;
ahí, donde se esconde la incógnita sagrada
o la respuesta de lo ignoto y bello.

Es el libro el amigo que espera sin recelo,
ni se inquieta por la falta de un consuelo
que lo estime y desempolve su figura
y desentrañe sus secretos escondidos.

Quien como el libro que ajado
conserva la convicción de ser amado
porque con su existencia nos educa
sin reprocharnos la cruel indiferencia.

No hay en sus vértebras sarcasmos,
 no hay en su lomo tal cansancio;
sabe que no caduca sus existencia
aunque el moho destroce sus entrañas.

Vidas vienen y vidas se esfuman
mientras en el libro los versos se perfuman
para inmortalizarse cada día
en espera de anhelantes precursores.

Ante el libro el egoísmo se arrodilla
y pierde su prepotencia y osadía;
a veces creemos conocerlo todo
y nada somos en su afán.

Por ello me apoyo en sus consejos
y en sus letrados mis congojas dejo
ya que desde niño me alentó en mis pasos
y me enseñó a entenderlo todo.

Conocí que la vida es el libro verdadero
donde aprende el analfabeta y pordiosero;
es el libro de la experiencia cruda
que profetas da sin discriminar a nadie.

Es el libro el tesoro diligente
para el noble, sensato e indulgente;
también para el soberbio que lastima
por desconocer su origen globular.

Pobre del que margine tu esencia
porque la misma ley de la ignorancia
castigará al verdugo que te hiera
sin merecer perdón en aquel día.

Eres el trueno
que da la calma y soledad;
eres la calma que produce tempestad;
esa que aviva toda llama apagada
sin esperar alguna caridad.

Por eso siéntete docto, consejero y guía
porque son tus apelativos en poesía;
yo también velaré porque siempre seas
el confesionario que nunca me condene.

Quédate tranquilo con tu mutis soberano,
adormece tu dialéctica en mi mano
para adentrarme por siempre en ti
y quedarme allí, para no morir jamás.




lunes, 21 de octubre de 2019

AL POETA MARIO SOTOVANDO SOTO.

Quisiera tener en cada mano
una o varias semillas de su poesía
tan dilecta
para diseminarlas en mi tierra
y recoger la cosecha angelical
de sus místicos poemas

Dedicarle al Creador uno a uno
cada granero
para ayudarlo a sustentar el hambre
de cada quien que apetece la poesía.

Entonces habré puesto mi grano de oro
en el corolario de mis anhelos
para congratular al precursor de la belleza
que ha dado a Quetzaltenango
toda su inspiración con entereza.

¡Salud poeta de mis días
y de incansable tropel
en su lírica vendimia.!

Respetuosamente. Rodimiro Gramajo.

lunes, 23 de septiembre de 2019

A XELAJÚ.

Hoy Xelajú de mis recuerdos
quiero cantarle a tus secretos
como dulce dormida niña
al pie de tu volcán Santa María;
pedacito de tierra, pedacito de risol
el que un día conquistara
el intrépido español.

Puso su espada de plata fementida
en el pecho de su defensor Tecún Umán,
sin saber que su sangre de ardiente valentía
se trocara en leyenda hacia su historia inmortal.

Es tu otro descendiente
el hermoso Río Xequijel
que hoy todavía arrogante y pensativo
viene conservando el recuerdo, también de
Azumanché.

Y los Llanos de Urbina
testigos de tu historia fiel;
los que hoy, vida te dan tanto
sin lágrimas ni llanto arrepentido.

Los Llanos del Pinal
con sus recuerdos de conquista,
viven esculpidos tus honores;
orlados entre rosas tan sutiles
como gotas de límpido historial.

Recibe Xelajú grande y soberano
estas líneas que escribí;
enlazadas con tu cielo azul jamás vencido
porque veo que continua siempre igual.