martes, 21 de agosto de 2012

Asociación de Escritores y Amigos del Libro Nacional de Guatemala

Si antes que yo te elogiaron,
seré el segundo a la vez;
pero eso si, con versos sinceros
nacidos del corazón.

Eres como la bella alborada
que con el último y bello lucero
cobijas al labriego del campo
y al precursor de tu bella ciudad.

Todos son tus hijos queridos
y dueños de tu vigilia tambien,
todo, por la nobleza que llevas
en tu intelectualidad especial.

Como ves, me hace falta poesía;
toma en cuenta que me la robaste tú;
pero no importa quedarme sin ella,
todo sea para hacerte inmortal.

Eso si, te encomiendo mis versos
que hice lo posible por escribir,
no te fijes en su ritmo sencillo,
sino, en la intención que en ellos dejé.

Es así como mi humildad te dedico,
similar al del Cristo bendito
que descalzo y con verba sincera
sus parábolas hizo florecer y brillar.

Tu consigna llevo en el alma
y tu filosofía en mi red globular;
no me separaré de tu cálido nido
que me ha hecho resplandecer.

Por Guatemala, bendita ya eres
y por darnos sustento y hogar
para cobijar mi andante poesía
para que pueda al fin descanzar.

No titubeará como alma perdida
por encontrar en ti su apoyo total
para elevarse a tu cielo querido
y de él jamás regresar.

Así, los pobres plebeyos
jamás quedan al márgen virtual;
encontrarán a su Dios verdadero
para volver a hermanarse con él.

Por eso te crearon como oasis preciado
para consuelo de la ruda poesía,
tambien de la que destila carisma
porque no te gusta la discriminación.

Aún no me llamo poeta,
ese grado está muy lejos de mi;
sólo me basta estar en tu estrado
para sentirme realizado y feliz.

Abré conocido tu misterio bendito
y saboreado tu inmaculado calor;
más, no puedo pedirle a la vida.
porque hasta aquí quise llegar.

Por eso me pongo en tus manos
cómo hijo adoptado o como quieras tú;
para ser tu vasayo obediente
y guíarte hacia donde vas.

Caminaremos en la ténue penumbra
sin temor de tropezar en escombros
nos iluminará el amor hacia el arte
y la fe de tus socios que no morirá.

Cuando a la cumbre lleguemos,
tu sol resplandecerá mucho más,
tu luna se vestirá de luceros
y tu nombre de aureolas de luz.

Sé, que para ti no hay ocaso,
sólo amanecer y grata esperanza;
aquellas tinieblas se fueron tan lejos
para no perturbar tu albura de paz.

Eres otra tierra prometida
que mucha poesía quiere besar,
para escapar del oscurantismo
que quiere ahogarla sin una razón.

Ahí estas  tú como madre celosa
para defender a tus herederos;
tenderles la mano en sus caídas
para levantarlos hacia un mundo mejor.

Por ello, gracias te ofrendo
y prometo respetarte hasta el fin,
porque no hay otro crisol a mis versos
ni otra ostia de santificación.

Si algún día me sorprende la muerte,
te llevaré tejida en mi nombre
para que al pie de mi rústica cruz
ores por mi  y esta sencilla intención.


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