domingo, 21 de abril de 2019

A XELAJÚ.

Hoy, Xelajú de mis recuerdos
quiero cantarle a tus secretos
como dulce y dormida niña
al pie de tu volcán Santa María;
pedacito de tierra, pedacito de crisol;
el cual, un día conquistara
el intrépido español.

Puso su espada de plata
en el pecho de tu defensor:
Tecún Umán,
sin saber que su sangre de ardiente
valentía
se trocara en corriente histórica
inmortal.

Es tu otro descendiente
el hermoso Río Xequijel
que todavía sus corrientes
conservan
el recuerdo de Azumanché.

Y los Llanos de Urbina
testigos de tu fiel historia
los que hoy, vida te dan tanto
sin lágrimas ni llanto arrepentido.

Y en los Llanos del Pinal
con sus recuerdos de conquista
viven esculpidos tus amores
tallados como rosas,
rosas como gotas de límpido
historial.

Recibe Xelajú grande y soberana
estos versos que inspiré;
son precursoras golondrinas
enlazadas con tu cielo azul
jamás vencido
porque veo que continúa siempre
igual.


TECÚN UMÁN.

Héroe de múltiples facetas,
que desnudo te enfrentaste al español;
pusiste casta y escudo en la defensa
de tu raza noble y lumínica, cual sol.

Sigues siendo el núcleo de la Historia
que se esculpió un día en el oasis de Pachaj;
Historia que en el corazón parece
paisaje de remembranzas sin igual.

Sigues fuerte en el ambiente que te añora,
el que a la vez te sonríe como un niño;
tu valentía singular delinea con decoro
la esencia magistral de Guatemala.

Héroe que con la lanza de diamante
escribiste innumerables coros de cristal;
aquellos que suenan en la melodía de la
ciencia
y en el plumaje de mi lánguido quetzal.

¡Salud.....! Tecún Umán de los eternos,
insignia quiché en mis sentidos;
los que guardan tu imagen y tu historia
con reverencia y alabanza celestial.

LA PIZARRA.

Desde legendarios ciclos escolares,
aún recuerdo la pizarra;
la cual con su compañero el pizarrín
en ella delineábase nuestro bello abecedario.

Desde esos tiempos bien lejanos
aquel maestro rural con varios grados en un aula,
su rústica y efectiva metodología desgranaba;
fue así, cómo grandes mentores se formaron
que han dejado promociones envidiables
en la historia educativa.

Como ejemplo, recuerdo a mi maestra
un tanto encanecida
de una escuelita con aromas de sobrada lejanía;
con cariño el pizarrín y la pizarra
usaba para enseñarnos a escribir y a deletrear
hacia la instrucción y educación sagradas.

Es por ello que escribir cuartetos puedo;
lo contrario de hoy que largas listas
de útiles de lujo afloran,
de colegios, institutos y públicas escuelas
y con alumnado bien alimentado y más activo.

Todavía en el área rural empobrecida,
el alumno con sencillos útiles aprende
y en la urbana, donde explotan a los padres,
los educandos ni saludan en la calle.

Testigo fui de una admiración loable:
Cuando en una de nuestras calles quetzaltecas
un niño de condición humilde
saludó a un honorable vecino inclinando la cerviz.

Quién recibió el saludo, expresar pudo:
"solo en nuestra gente humilde se ve algo así",
deja entrever que no es el cargamento de útiles,
algunos ya con precio tope exagerado,
lo que esto siembra,
sino el amor y la dedicación del maestro
que para ello Dios lo envió.

Para poner realidad en mis letrados:
Allá en aquella escuelita de adobe, húmeda
y poco iluminada
que se hace acompañar de un pizarrón inadecuado,
con pupitres rudimentarios, remendados y quebrados
el niño logra la victoria en la batalla educativa.

Más, sin embargo, en algunas escuelas y colegios
bien lujosos,
el tiempo transcurre plácidamente
sin metas concretas
para el futuro promisorio del alumno;
no cómo aquél entonces, cuando  bastante
borrosa la pizarra
forjábanse educandos llenos de razón y de conciencia.

Caminemos pues, de la mano a la costumbre,
soportando listados y uniformes lujosos triplicados;
mientras en el área rural aquel niño de vestuario
remendado
suma, resta y multiplica su intelecto
con su calculadora formada de bellotas y pedruscos
que en su largo trajinar recoge.

No pierdas la esperanza,
niño rural de mis desvelos,
que tu destino es tan largo y encantado,
lleno de sorpresas y vientos encontrados
que pulirán tu entendimiento
sin lujos, cuotas caras y exigencias escolares tontas
ni razón.

sábado, 20 de abril de 2019

MARIANO AGUSTÍN BETHANCOURT.

Con mi cálida poesía recorrí
los vagones de aquel ferrocarril,
donde dormido te encontrara
y te depositara mis lágrimas de abril.

Vine de la nebulosa de mis sueños
a posarme como haz de luz en tus entrañas,
cuando al compás de tus corcheas
himnos a tu nombre yo entoné

Tu imagen era esbelta y pura
como maestro del teclado tan sonoro,
donde escribo lo que añoro
y jurarte que eres mi maestro peculiar..

Decoraste a Quetzaltenango con tus manos
en el lienzo del cristal y el acetato
que nos cuenta entre hermanos
tu recorrido en la sinfonía señorial.

Figura sublime de las notas musicales
que irradian tu plenitud a mi conciencia
donde te guardo, te veo y te acaricio
y te pido que interpretes la nota sin final.

Se que cumplirás el deseo que te imploro
sin oración y sin misticismo confundido;
desde hace años que sigo tus férreos pasos
que en mi frente inédita escondí.


Y ahí te guardo celoso ante mi mundo
observando el peciolo de tu anhelo;
Francisco Román Bethancourt se llama
en el teclado o en lo magistral de mi consuelo.

Escribiste tu nombre en pentagramas,
Francisco Román lo rubricó,
para elevarlo a las estrellas
que solo Quetzaltenango sabe amar.

Es una querella ante la ciencia
que ustedes llevan en sus manos
para hacer que el hormigo cante
cuando lloro yo.

Sin duda que dormido y pensativo,
dictas tus notas musicales que faltaron
para deleitarme en ellas veo las estrellas
que con tu esencia multiplicaste tú.

Y así me enredo de nuevo con tu nombre
para continuar con mi poética vereda,
pero al encontrar la senda que forjaste
en tus manos vuelvo a descansar.

Es un sueño perfumado ´perceptible
en que tus sienes quiero bendecir
para que me tomes de la mano
y me lleves a tu altar.


FRANCISCO ROMÁN BETHANCOURT.

Dilecto personaje Xelajuence,
artífice del hormigo con quien sueñas,
el que absorbe tu existencia placentera
hasta convertirla en acorde magistral.

Por siempre será tu pergamino
en que viertas tu majestuosidad;
lírica barca tan bien calafateada
de humildad, sinceridad y gran honor.

Te recomiendo a tus hermanos precursores
que te acompañan al son y la guarimba
para que bailen las baquetas en parejas
y formen la rima de tu "IDEAL".

AL MARIMBISTA FABIÁN BETHANCOURT.

Intelecto quetzalteco de fúlgidos laureles
formados con tus notas cuajadas de añoranza;
aquellas que peinan la cabellera del hormigo
que llora pensativo tu ausencia inesperada.

Los pentagramas bordados de coquetas partituras
olvidarte no podrán, singular maestro del teclado;
fragmento que Dios puso en mi terruño
como estandarte ante los márgenes del mundo.

Quien como tú que llevaste a las estrellas
el nombre: Quetzaltenango que sigue siendo tuyo,
y allá, entre coros de luceros matizados
brillará tu inspiración que nos legaste.

Te llevamos en la sangre y en el alma que te añora,
musicólogo o florilegio de intactas sinfonías
que han bautizado a Guatemala con su encanto
o con el sentimental suspiro que te llama todavía.

Hoy nos embarga la tristeza de tu ausencia
y nos llena de honores en la aurora;
la saña cortó tu límpida existencia
pero hiciste de Occidente un pebetero de luces
inmortales.

En las arterias de tu místico y Xelajú añorado
los años pasarán a perderse en el pasado
pero tu canto, como el son y la guarimba
deambularán de la mano en sus calles empedradas.

El embrujo de tu numen bien amado
compagina con el acento de la vida
que transcurre como río puro y cristalino
pero, que ha dejado fértil el límpido sendero.

Las bendiciones que esparciste ¡ oh ! Señor
de la marimba,
perlarán ´por siempre la cuna de tu ensueño;
el sol seguirá iluminándolas tranquilo
y puliéndolas las baquetas de madera.

Lágrimas bañan y besan mis mejías
y una congoja estremece mis entrañas
al pensar que una tumba fría encierra
tus sueños musicales que faltaron.

Duerme en paz y tranquilo como el sabio
que supo legar su don como profeta;
todo lo brindaste sin renegar siquiera
los quebrantos que en pago recibieras.

Fuiste sencillo noble y puro
como tu gente que hoy escucha tus himnarios
y no hace más que bendecirte cada día
o enviarte una oración por la mañana.

Recibe pues, mis cuartetos que hoy te escribo,
como un hasta luego o hasta pronto
y cuando puedas acordarte de mi nombre
ora también por mi, que necesito de tu ejemplo.


A HUEHUETENANGO.

Oh...¡Don Juan Dieguez Olaverri..!
Ancestro de poesía en el Mirador de mi conciencia,
vengo con Osmundo Arriola y el insigne Wild Ospina
a despertarte de tu letargo en que renace la poesía
para que conozcas tu diáfana silueta recostada en Zaculeu.

Cuando despiertes de tu sueño tan sagrado,
verás tu sueño convertido en armonía,
contemplarás una doncella en tu camino
que te seguirá guiando entre luceros
llenos de poesía alentadora.

Al radiar el día no tengo más testigo
que Otoniel Ovalle Caceros, quien con su poesía
dialogaba con ninfas lúcidas
como la que hoy emerge cristalina
cual símil: Tu lindo Aguacatán.

En mi alforja de romero bendecido
traigo una anécdota tan bella y tan querida
de mi prosístico Román Alvarado Pinto
donde apareces mi bella niña como hermana
de la luna de Xelajú que te besa en la mañana.

En tus tradiciones tan queridas,
las mariposas se despintan atraídas
y encandiladas por la luz de tu vivencia tan preciosa
donde, de tu Virgen Santa de Candelaria
nace el milagro en mi poesía.

He recorrido la rivera de arroyuelos
que aparecen donde la flora se deshila
para enhebrar las libélulas contiguas,
convertidas en agujas de ilusión sincera
para tejerte en arpegios y signos encantados
y dejar en mis costumbres tu nombre bien tejido.

No solo tú nombre se ilumina en tus pestañas
con la fluorescencia que de tu cuerpo emana,
también mi ciudad Quetzaltenango, cual ninguna
quien te dedica sus momentos de ilusión y de ternura.

Hoy si creo en la revelación Omnipotente
que al alma orienta hacia musas tan divinas;
es por ello que vengo a elogiarte en tu innato oasis
bañado en emanaciones de místicos azahares.

Antes de irme, contarte quiero:
Que tus jardines que te adornan bella niña,
comienzan "donde florecen las estrellas"
y se extienden a los Cuchumatanes precelosos;
nido de amor y de arrogancia cuando a veces
permaneces pensativo.

Debes ver que en las entrañas del bosque
esmeraldino
que rodea tu cuna de coníferas sagradas
en el cual, tu cabellera orificada se derrama
 formas un espectro de refracciones femeninas
que mis colegas poetas riman bendecidos.

Te deshojaste de la gloria angelical en que naciste
para ascender a mi cuna poética que te adhiere
como epicentro de doncellas tan etéreas
que Miguel Ángel con su pincel nunca pudo delinear.

Otros testigos: Mis endecasílabos ocultos
y el perfume de mi buganvilia que te canta,
la que transforma en fragancias y amoríos
el suspiro de tu inocencia tan sagrada.

Me indujo Calíope y su arpa
a invitarte para interpretar mis versos tan sencillos
y prenderlos en tu sagrario que te adorna
para probar el manjar de tus líneas tan coquetas.

En esta paráfrasis de poemas y recuerdos de Darío
no había observado mis lánguidas pupilas
amalgamarse con el verso, la rima y la poesía
 también tu nombre con el mío que te añora.

No quiero despedirme de ti, omnisciencia y verbo
porque mi barca no quiere interrumpir  tus olas
de perfume
en que se baña la abnegación y el corolario,
cuyos prismas se quiebran singulares
y se unen en tus quiebres peculiares.

Huehuetenango:
Como te envidio en tus arcas astrales de arco iris
o como el apoteosis de un vaivén ligero
que besando el polen y el néctar de tus flores
vuelves a inmortalizarte en partituras.

Es hora de despedirme, luego de contar tus cualidades;
princesa de lívidas alas y fragmentos celestiales
que te brinda el Dios Omnipotente sin esfuerzo
porque bíblicamente eres:Estrado de sus pies.

Adiós mi terruño de amor y nítida metáfora,
anhelo que mi luna Xelajuense
sea tu espejo en que te peine mi poesía
con anuencia de Olaverri, Arriola y Wild Ospina
para que pueda elogiarte una y otra vez.