viernes, 2 de noviembre de 2018

EVOCACIÓN.

Cuando tus pies se encuentren
sobre cualquier cementerio tan sagrado,
inclínate con reverencia a Dios,
ora un momento por los idos,
pero más, por los que vinimos hacia el.

Medita en que los restos ahí inmolados,
son el devenir de tu ínclita existencia,
por los cuales conoces este mundo inefable
que espera de ti, mucho más de tus talentos.

Si en tu largo o corto peregrinar incierto,
amaste al afligido, al enfermo y al desnudo,
no te retractes, ni titubees en cruzar tus brazos
y agradecer a Dios como Cristo así lo hizo.

Recuerda que ahí en forma tan humilde,
terminan los odios y las envidias terrenales,
y aquellos que no compartieron de sus bienes
también son benditos y aceptados ante Dios.

Pero más loable es: apreciar la Creación divina
en que se cumple misteriosamente todo,
porque aquí, los humildes, los doctos y letrados
se esfuman y se confunden con la nada.

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