sábado, 3 de noviembre de 2018

CANTO A GUATEMALA.

Guirnalda en la cintura de mi Istmo,
donde se deshoja el verbo de la vida;
esmeralda que en tu flora reverdece
con el pincel de las plumas del quetzal.

Eres bella, cual encantadora virgen pura
que luce su rebozo con atuendos y güipil;
cobijando a tus hijos con amor eterno
y las costumbres que Dios te concedió.

Eres  flor misteriosa que nunca se marchita
aunque lleves en tus sienes cicatrices del ayer;
aquellas que tus hijos decoraron con rudeza
y tú las convertiste en esperanzas y clamor.

Tus ríos, tus volcanes, siempre atentos,
escriben en el cielo tu nombre sin igual,
como Dios lo hiciera con aquellos mandamientos
que llevo con tu nombre aquí en mi corazón.

Tu frente altiva refleja el sol y los secretos
que un día esculpieron tus profetas casi eternos;
historiales que en flor se transformaron
como ejemplo de verdad y de civismos inmortales.

Es tu gente el emblema que representa tu
existencia
que aplaude, canta y llora tu bello devenir;
es por ello que nada envidiamos
porque tienes todo como una excepción.

Tus departamentos se engalanan cada día
y se sienten orgullosos de formar tu pedestal;
donde recuestas tus sienes y tu acervo bendecido,
del cual nos legaste tu historia peculiar.

No me arrepiento ser hijo tuyo
y ser celoso por los atributos que de ti heredé;
llevo tu talle bordado entre mi cuerpo
y tu lindo nombre en mi mente también.

Me despido Guatemala hermosa,
dejando en tu frente mi corazón;
aunque es muy poco lo que te ofrendo,
pero es un tesoro que solo para tí escogí.

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