jueves, 17 de enero de 2008

¿Qué te hiciste maestro...?

¿Qué te hiciste maestro...?

Que triste es succionar la sangre,
principalmente al ser maestro;
llevar el apelativo del Galileo
que su alma y corazón nos ofrendó.

Hoy, el padre de familia cae
ante exigencias escolares
que, sin conocer sus múltiples pesares
su verdugo, el maestro, le impondrá.

Maestro:
¿Dónde quedó tu corazón benevolente?
¿Dónde extraviaste tu hidalguía?
que con ahinco nos ayudaría
a curar nuestras heridas.

Si así, demuestras tu esencia
¿Qué sendero debemos de tomar?
no se, si el fracasar
u olvidar la educación.

¡Bendito el maestro rural...!
que entrega su fructífera humildad
sin exigencias urbanas de maldad
que siempre erosionan aquel pan.

Olvidan que son padres
y que ésto algún día pagarán,
ante el Maestro de Maestros
que lo habrá de interrogar.

Ahí, será en vano su lamento
y talvez su arrepentimiento
de haber causado penas
entre su bella humildad.

Por haberse extraviado de su don,
llevar hacia el abismo
a padres y niños que con heroísmo
quisieron educarse para el bien.

Si esta reflexión llegara tarde,
feliz provecho les deseo en esta fecha
para que al recoger la cosecha
estos útiles no hayan sido en vano.

Al padre de familia lacerado
lo encomendaré en mi oración
para que el Eterno le de resignación
y ante sus verdugos la resurrección.

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