jueves, 17 de enero de 2008

Ante el crucifijo

Ante el crucifijo

Como hiciera para llegar hasta tu alma
para confesarte lo que siento por mí patria
y me ayudes a rescatarla del castigo
por el que llora, se lamenta y se carcome.

Tu sabes que la adoro desde adentro
en que guardo lo sublime de mi vida;
no puedes negarme lo que ansío
porque tu amas aunque sangres por espinos.

Te he colocado aquí en mi cabecera
para que en mis sueños contemples a mi patria,
porque hasta en ellos la lastiman los ingratos
que no han tenido madre todavía.

Talvez mis oraciones te han cansado
y no encierran el mensaje acariciado
utilizo palabras tan sencillas
ocultando la melancolía hacia mí patria.

La formaste bella y con retoques especiales,
igual a tus facciones milagrosas;
sálvala “padre nuestro que estas en los cielos
en la tierra y en todo lugar”.

Sabes que de ella emergen tus dones,
tus caricias y tu misericordia infinita,
es el estrado de tus pies conforme a tu palabra
mereciendo tu santa y piadosa bendición.

Perdona pues, mi súplica sencilla,
pero mi patria merece tu perdón,
si ha pecado y por ello la castigas
con esta delincuencia ingrata
te ruego su perdón.

Dejo en tus manos mi pedido,
ahí tu, si tengo razón o la calumnio,
en tus manos encomiendo lo que ansío
a nombre de mi patria
porque aun somos tuyos todavía.

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