Canto a Guatemala
Guirnalda en el pináculo del Istmo,
donde se deshoja el verbo de la vida:
esmeralda que en tu flora reverdece
con el pincel de las plumas del Quetzal.
Eres bella, como encantadora virgen pura
que luce su rebozo con atuendos y güipil
cobijando a tus hijos con amor eterno
y las costumbres que Dios te concedió.
Eres la flor misteriosa que nunca se marchita
aunque lleves en tus sienes cicatrices del ayer;
aquellas que tus hijos decoran con la muerte
y tu las convertiste en esperanzas y clamor.
Tus ríos, volcanes y mares siempre atentos,
escriben en el cielo tu nombre con honor;
como el Creador lo hiciera con aquellos mandamientos
que llevo con tu nombre aquí en mi corazón.
Tu mente altiva refleja el sol y los luceros
que un día esculpieron tus profetas casi eternos,
historiales que en flor se transformaron
como ejemplo de verdad y de civismos inmortales.
Es tu gente el emblema que representa tu existencia,
que aplaude, canta y llora tu bello devenir;
es por ello que nada envidiamos
porque tienes todo como una excepción.
Tus departamentos se engalanan cada día
y se sienten orgullosos de formar tu pedestal,
donde recuestes tus sienes y tu intelecto bendecido
del cual nos legaste tu historia singular.
No me arrepiento ser hijo tuyo
y celar los atributos que de ti heredé;
llevo tu talle bordado en mi cuerpo
y tu lindo nombre en mi mente también.
Ya me despido Guatemala hermosa,
dejando en tu frente mi corazón;
aunque es muy poco lo que te ofrendo
pero es un tesoro que solo para ti escogí.
Guirnalda en el pináculo del Istmo,
donde se deshoja el verbo de la vida:
esmeralda que en tu flora reverdece
con el pincel de las plumas del Quetzal.
Eres bella, como encantadora virgen pura
que luce su rebozo con atuendos y güipil
cobijando a tus hijos con amor eterno
y las costumbres que Dios te concedió.
Eres la flor misteriosa que nunca se marchita
aunque lleves en tus sienes cicatrices del ayer;
aquellas que tus hijos decoran con la muerte
y tu las convertiste en esperanzas y clamor.
Tus ríos, volcanes y mares siempre atentos,
escriben en el cielo tu nombre con honor;
como el Creador lo hiciera con aquellos mandamientos
que llevo con tu nombre aquí en mi corazón.
Tu mente altiva refleja el sol y los luceros
que un día esculpieron tus profetas casi eternos,
historiales que en flor se transformaron
como ejemplo de verdad y de civismos inmortales.
Es tu gente el emblema que representa tu existencia,
que aplaude, canta y llora tu bello devenir;
es por ello que nada envidiamos
porque tienes todo como una excepción.
Tus departamentos se engalanan cada día
y se sienten orgullosos de formar tu pedestal,
donde recuestes tus sienes y tu intelecto bendecido
del cual nos legaste tu historia singular.
No me arrepiento ser hijo tuyo
y celar los atributos que de ti heredé;
llevo tu talle bordado en mi cuerpo
y tu lindo nombre en mi mente también.
Ya me despido Guatemala hermosa,
dejando en tu frente mi corazón;
aunque es muy poco lo que te ofrendo
pero es un tesoro que solo para ti escogí.
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