sábado, 20 de abril de 2019

A HUEHUETENANGO.

Oh...¡Don Juan Dieguez Olaverri..!
Ancestro de poesía en el Mirador de mi conciencia,
vengo con Osmundo Arriola y el insigne Wild Ospina
a despertarte de tu letargo en que renace la poesía
para que conozcas tu diáfana silueta recostada en Zaculeu.

Cuando despiertes de tu sueño tan sagrado,
verás tu sueño convertido en armonía,
contemplarás una doncella en tu camino
que te seguirá guiando entre luceros
llenos de poesía alentadora.

Al radiar el día no tengo más testigo
que Otoniel Ovalle Caceros, quien con su poesía
dialogaba con ninfas lúcidas
como la que hoy emerge cristalina
cual símil: Tu lindo Aguacatán.

En mi alforja de romero bendecido
traigo una anécdota tan bella y tan querida
de mi prosístico Román Alvarado Pinto
donde apareces mi bella niña como hermana
de la luna de Xelajú que te besa en la mañana.

En tus tradiciones tan queridas,
las mariposas se despintan atraídas
y encandiladas por la luz de tu vivencia tan preciosa
donde, de tu Virgen Santa de Candelaria
nace el milagro en mi poesía.

He recorrido la rivera de arroyuelos
que aparecen donde la flora se deshila
para enhebrar las libélulas contiguas,
convertidas en agujas de ilusión sincera
para tejerte en arpegios y signos encantados
y dejar en mis costumbres tu nombre bien tejido.

No solo tú nombre se ilumina en tus pestañas
con la fluorescencia que de tu cuerpo emana,
también mi ciudad Quetzaltenango, cual ninguna
quien te dedica sus momentos de ilusión y de ternura.

Hoy si creo en la revelación Omnipotente
que al alma orienta hacia musas tan divinas;
es por ello que vengo a elogiarte en tu innato oasis
bañado en emanaciones de místicos azahares.

Antes de irme, contarte quiero:
Que tus jardines que te adornan bella niña,
comienzan "donde florecen las estrellas"
y se extienden a los Cuchumatanes precelosos;
nido de amor y de arrogancia cuando a veces
permaneces pensativo.

Debes ver que en las entrañas del bosque
esmeraldino
que rodea tu cuna de coníferas sagradas
en el cual, tu cabellera orificada se derrama
 formas un espectro de refracciones femeninas
que mis colegas poetas riman bendecidos.

Te deshojaste de la gloria angelical en que naciste
para ascender a mi cuna poética que te adhiere
como epicentro de doncellas tan etéreas
que Miguel Ángel con su pincel nunca pudo delinear.

Otros testigos: Mis endecasílabos ocultos
y el perfume de mi buganvilia que te canta,
la que transforma en fragancias y amoríos
el suspiro de tu inocencia tan sagrada.

Me indujo Calíope y su arpa
a invitarte para interpretar mis versos tan sencillos
y prenderlos en tu sagrario que te adorna
para probar el manjar de tus líneas tan coquetas.

En esta paráfrasis de poemas y recuerdos de Darío
no había observado mis lánguidas pupilas
amalgamarse con el verso, la rima y la poesía
 también tu nombre con el mío que te añora.

No quiero despedirme de ti, omnisciencia y verbo
porque mi barca no quiere interrumpir  tus olas
de perfume
en que se baña la abnegación y el corolario,
cuyos prismas se quiebran singulares
y se unen en tus quiebres peculiares.

Huehuetenango:
Como te envidio en tus arcas astrales de arco iris
o como el apoteosis de un vaivén ligero
que besando el polen y el néctar de tus flores
vuelves a inmortalizarte en partituras.

Es hora de despedirme, luego de contar tus cualidades;
princesa de lívidas alas y fragmentos celestiales
que te brinda el Dios Omnipotente sin esfuerzo
porque bíblicamente eres:Estrado de sus pies.

Adiós mi terruño de amor y nítida metáfora,
anhelo que mi luna Xelajuense
sea tu espejo en que te peine mi poesía
con anuencia de Olaverri, Arriola y Wild Ospina
para que pueda elogiarte una y otra vez.






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