domingo, 14 de agosto de 2011

Ante una presidiaria.

Vengo ante tu pena que es furtiva
para elevarte a las alturas que son tuyas;
todo, porque eres valiente y seductora
y ejemplo de paciencia acogedora.

Eres cautiva de una celda inesperada
que te permite practicar la reflexión
la que en cada instante purifica
tu inocencia, alma y corazón.

Sé que en tus noches de vigilia
oras por el anciano y el mendigo
que de la melancolía es cautivo
o de la soledad que lo hace aún altivo.

Todos somos presidiarios
de algo que hipócritamente ocultamos,
ya sea de la mezquindad que da la vida
o de la miseria caridad que nos cautiva.

Unos viven cautivos de los vicios
o de la envidia que casi los ahoga;
el millonario de su riqueza y avaricia
más allá, alguien del deseo de una
sólida caricia.

Otra prisión que carcome y mata
es algo que fustiga y arrebata,
ese que nos lleva hacia el abismo
y acertadamente le llamamos egoísmo.

No me olvido de la vil venganza
que nos aprisiona hasta pecar;
preferiría que barrotes fueran mi prisión
y a mi instinto pusieran oración.

Otros son cautivos del bullicio,
sin olvidar la corrupción;
producto de la falta de cultura
que se está perdiendo sin mesura.

Muchos son esclavos del orgullo
como si nunca fueran a morir,
como si fueran inmortales
y nunca pisar de los credos los umbrales.

Yo estoy preso de una onda tristeza
que de mi mente no quiere emigrar,
tal vez porque no quiero aceptar
la huida de mi Paola y nunca regresar…!

Algunos que van por las calles
van arrastrando sus propias mentiras,
por burlarse de algún amor tan puro
que iluminaría su incierto futuro.

Hasta el niño está preso y sentido
por no tener el juguete anhelado;
aquel que aún está en la vitrina
y en lo profundo de su mente y retina.

Es por ello que nadie es libre,
todos somos cautivos del mundo
o de nuestra irónica arrogancia
que nos concede la obscura ignorancia.

El mismo Cristo estuvo cautivo
y sujeto a corona de espinas,
pero fue tan grande su fé y paciencia
que conquistó la tierra y la ciencia.

Entonces tú, mi flor tan bella
no olvides tu polinización
que desde aquí al mundo le obsequias
para que pronto libertad obtengas.

Ese será mi testimonio sagrado
que por el mundo diseminaré;
donde diré que el milagro si se hizo
al entregarles mi corazón y su hechizo.

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