sábado, 14 de julio de 2018

A DON RODOLFO CUSTODIO

Como no reconocer su ideología
y el carisma que lleva por doquier,
el que lo distingue cada día;
no de ahora, sino desde ayer.

Por eso lo pongo en mi poesía,
porque ha dado a Quetzaltenango,
tanta ciencia y tanta idiosincrasia;
herencia que en mi alforja tengo.

Conocemos su forma tan dilecta
y cada paso en su sendero,
es en usted donde está la esencia
del quetzalteco sencillo y verdadero.

Cada vez que su nombre suena,
ahí está el ejemplo único y educado;
tiene el emblema de la bondad,
 no digamos un estilo respetado.

Así es como nos enseña y nos educa
poniendo por delante bella probidad;
como no hemos de aprender
con el manjar que nos da sin vanidad.

Hemos de agradecer su sinceridad,
para llevarla como un broche ineludible,
para que el mundo nos arrulle con su canto
cómo algo místico e imperceptible.

Así, con el paso de las horas y los días
digamos a todos los ínclitos arcanos,
que conocimos un apóstol tan sincero
en los Juegos Florales Hispanoamericanos.

No escribo sin base o fundamento
porque usted es, un testimonio tan sagrado
que todos predican con sumo aliento
y bendicen en todo predicado.

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