viernes, 26 de abril de 2013

Arrepentimiento.

Por qué debo arrepentirme
al haber gozado los deleites de la vida;
me hundí con ellos cada día
cómo las sombras ante el sol.

Ahí no se piensa en el pecado,
se pierde el sentido y todo;
dicen que todo lo manda Dios
y en eso me aferro yo.

Nunca pude ser santo, santo
siempre estuve al borde de la vida,
no puedo culpar a nadie
porque esto lo esculpí solamente yo.

De todo se prueba en la vida;
no creo que haya uno, siquiera uno
que no haya sido tentado
o majarse un dedo alguna vez.

Disfruté el amor tan prohibido,
cuyo néctar me embriagó;
fue mi amo lo niego
que con esquirlas de luz me hirió.

Que culpa tengo yo
que haya tanta belleza,
tanto taconeo femenino
al ritmo del corazón.

Que culpa tengo yo
que hayan labios seductores,
rostros delineados y atractivos
con ojos que invitan al amor.

Todo esto me ha enfermado
y lo peor que no hay cura para sanar;
dicen que el arrepentimiento,
pero donde lo podré encontrar

Si algún día la encuentro
no se si la aceptaré,
porque es tan bello amar
por ser herencia de nuestro Dios.









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