jueves, 17 de enero de 2008

Ser poeta es...

Ser poeta es…

Ser poeta es…
Conocer la esencia de la vida
para poder cambiar.

Ser poeta es…
Remontarse a las alturas
sin menospreciar a los demás.

Ser poeta es…
Conocer la misericordia
para ayudar al que sufre y llora.

Ser poeta es…
Reconocer que se es profeta
para diseminar por todo el mundo
los designios del Señor.

Ser poeta es…
Conocer lo profundo de las almas
que nos quieren y desprecian.

Ser poeta es…
Tener la cualidad de perdonarnos a nosotros mismos
y poder perdonar a los demás.

Ser poeta es…
Ser inadvertido ante la poca educación de los otros
y solamente conocer sus buenas cualidades.

Ser poeta es…
Usar las palabras más divinas en la adversidad
para extraer de ella la espiritualidad.

Ser poeta es…
Reír cuando se quiere llorar,
y gemir para recordar que se es humano hasta el final.

Ser poeta es…
Encontrar la claridad en una noche oscura
y el consuelo en las penas que nos agobian.

Ser poeta es…
Encontrar lo desconocido en lo que nos rodea
y lo oscuro en el titilar de alguna estrella.

Ser poeta es…
Recordar que en el mundo no existen solo líneas rectas,
tampoco atormentarnos por las quebradas y onduladas.

Ser poeta es…
Recordar que no solo existe la alegría,
sino, también, que viene acompañada de tristeza.

Ser poeta es…
No solo escribir versos, sino sentirlos
y vivirlos en bien de la grata humanidad.

Ser poeta es…
Trocar el mal genio que tenemos,
por lo que en nuestros versos queremos dar a entender.

Ser poeta es…
Ir de la mano con la sonrisa franca y pura
pero no, con la hipócrita y fatal.

Ser poeta es…
Entregar el corazón a la madre, a la viuda
y a quien lo necesite.

Ser poeta es…
Acordarnos de la muerte, pero vivir feliz
mientras vivamos.

Ser poeta es…
Tratar de adueñarnos del aprecio
que hemos sabido conquistar.

Ser poeta es…
No practicar la envidia y el egoísmo
que matan los sentimientos y el espíritu
de quienes nos aman de verdad.

Ser poeta es…
No abusar de los demás, sino hermanarnos con ellos
pensando que son nuestro divino complemento.

Ser poeta es…
Comprender de donde vinimos,
por donde vamos y a donde deseamos llegar;
sin lo cual no hay inspiración.

Ser poeta es…
Conocer la calma del mar
y la que necesita el alma para subsistir.

Ser poeta es…
Entregarle al Dios eterno
el sahumerio y la más grata oración.

Ser poeta es…
Comprender las desesperanzas de quienes nos rodean.

Ser poeta es…
Encender la lámpara apagada de la inspiración.

Ser poeta es…
Honrar a la familia y a los propios sentidos que nos gobiernan.

Ser poeta es…
Conocer el amor de la madre
para beatificarla mientras podamos.

Ser poeta es…
Recordar a los que se han ido, continuar
sus buenas obras inconclusas que inspiraron para bien nuestro.

Ser poeta es…
Amar a la patria y a su propia idiosincrasia.

Ser poeta es…
Hacer que en nuestra sangre corra la sinceridad,
la bondad y suficiente fe para alimentar nuestro cerebro
y por ende el corazón.

Ser poeta es…
Abrigar la esperanza de un mundo nuevo
siempre y cuando lo ayudemos a cambiar.

Ser poeta es…
Ser lumbrera en el hermano
que la extravió.

Ser poeta es…
No extasiarse o embriagarse con lo que nos asombra,
sino, conocer su principio y su final.

Ser poeta es…
No quedarse pávido y sombrío ante algo desconocido,
es levantar nuestras alas hacia la meditación e inyectarnos
el néctar que nos fortifique y embalsame.

Ser poeta es…
Hacer de nuestros instintos confusos,
la fuente de inspiración para llegar a la cima
y tener más cerca el cielo que Dios nos heredó.

Ser poeta es…
Honrar a nuestros ancestros
y preocuparnos por los que vendrán a ocupar nuestro lugar.

Ser poeta es…
Hacer de la maldad la mejor virtud
olvidando el orgullo y la vanidad.

Ser poeta es…
Pensar en los humanos
como moléculas indispensables de nuestro yo.

Ser poeta es…
Valorar la sonrisa de un niño
y el mendrugo de pan que da una madre.

Ser poeta es…
Buscar la soledad, no para idear el mal,
sino para orar y reconocer nuestros errores.

Ser poeta es…
Tener conciencia de la vida
para estimarla, apreciar sus encantos
y amar sus vicisitudes.

Ser poeta es…
Interpretar el susurro del mar, el trinar del ave;
como también nuestra intención.

Ser poeta es…
Saber mirar hacia atrás
para fortalecer nuestro presente y el futuro incierto que nos espera.

Ser poeta es…
Tener pronta la oración en los labios para quien la necesite.

Ser poeta es…
Buscar el momento preciso para escribir versos
y plasmar en un lienzo un proverbio nuevo
para no haber vivido sin dejar alguna estela de amor.

Ser poeta es…
Coleccionar y practicar aquellos consejos que nos lleven hacia Dios.

Ser poeta es…
Mojar nuestras manos creativas en la brisa de la caridad
en lugar de empuñarlas para ofender.

Ser poeta es…
Cuidar nuestra mirada
porque ella denota lo que sentimos y pensamos.

Ser poeta es…
No lamentarse del fracaso,
sino, buscar la forma de no volver a fracasar.

Ser poeta es…
Tener la conciencia como agua cristalina
para que tome de ella el que tenga sed y
quiera ser transparente de corazón.

Ser poeta es…
Entonar el himno inédito que solo lleva acordes
para ennoblecer al corazón.

Ser poeta es…
Apreciar al potentado y al humilde,
porque ambos nos dan a entender
las dos caras de la vida.

Ser poeta es…
Mirar el firmamento en una noche callada,
para discernir y entender la majestuosidad en que navegamos
y comprender lo que nos falta en la poesía.

Ser poeta es…
Asistir a la comunión de las almas
para conocer que nuestra creación literaria
es y debe ser interminable.

Ser poeta es…
Tener fe en uno mismo, conocer que valemos
y que merecemos prioridad.

Ser poeta es…
Caminar con paso seguro y pausado
y no titubear ante los huracanes del tiempo.

Ser poeta es…
Tratar de ser crisol de los otros poetas
para incentivarlos que conozcan la verdadera gloria.

Ser poeta es…
Buscar y escudriñar lo desconocido
aunque ya lo tengamos en las manos.

Ser poeta es…
Creer no saberlo todo,
sino, tener presente que todos tenemos derecho a un trozo de sabiduría
y verdad.

Ser poeta es…
Conocer la humildad y olvidar la prepotencia
para que nuestra obra sea merecedora de honor.

Ser poeta es…
Admirar el paisaje y nuestro horizonte al cual debemos de llegar.

Ser poeta es…
Reconocer el valor de la vejez
para no pisotear los surcos donde germina la experiencia bien habida.

Ser poeta es…
No ser fluctuante en la poesía
si ésta ha nacido con verbo y razón.

Ser poeta es…
Estar en constante comunicación con nuestro don.

Ser poeta es…
No ver los fangos del camino,
sino, los pétalos que en el vayamos dejando al caminar.

Ser poeta es…
Encontrarle otro sentido a la naturaleza,
siempre y cuando no tergiversemos la inconfundible creación.

Ser poeta es…
Tener la convicción y la certeza que el más sublime don
es practicar la palabra amable y no así, la soez.

Ser poeta es…
Vivir y alimentarse de la reflexión
para encontrar la férrea verticalidad.

Ser poeta es…
Conocer y venerar la libertad,
y no esclavizar la idea y pensamiento
poniéndole alas de plomo en lugar de inspiración.

Ser poeta es…
Compartir lo poco que uno tiene
sin ver lo mucho que tienen los demás.

Ser poeta es…
Exteriorizar con vehemencia y respeto la plenitud a la cual nos debemos.

Ser poeta es…
Llegar a los umbrales de la finura y de la atracción irresistible que existe en cada recodo caprichoso de la vida.

Ser poeta es…
Tratar de escribir otra obra más humana que aun haga falta en el olimpo de la literatura.

Ser poeta es…
Despertar el interés de conocer este mundo en la forma más sencilla y natural.

Ser poeta es…
No tener fecha de vencimiento.

Ser poeta es…
No conocer lo claudicable, sino lo inclaudicable que rápido nace y tarda en fenecer.

Canto a Guatemala

Canto a Guatemala

Guirnalda en el pináculo del Istmo,
donde se deshoja el verbo de la vida:
esmeralda que en tu flora reverdece
con el pincel de las plumas del Quetzal.

Eres bella, como encantadora virgen pura
que luce su rebozo con atuendos y güipil
cobijando a tus hijos con amor eterno
y las costumbres que Dios te concedió.

Eres la flor misteriosa que nunca se marchita
aunque lleves en tus sienes cicatrices del ayer;
aquellas que tus hijos decoran con la muerte
y tu las convertiste en esperanzas y clamor.

Tus ríos, volcanes y mares siempre atentos,
escriben en el cielo tu nombre con honor;
como el Creador lo hiciera con aquellos mandamientos
que llevo con tu nombre aquí en mi corazón.

Tu mente altiva refleja el sol y los luceros
que un día esculpieron tus profetas casi eternos,
historiales que en flor se transformaron
como ejemplo de verdad y de civismos inmortales.

Es tu gente el emblema que representa tu existencia,
que aplaude, canta y llora tu bello devenir;
es por ello que nada envidiamos
porque tienes todo como una excepción.

Tus departamentos se engalanan cada día
y se sienten orgullosos de formar tu pedestal,
donde recuestes tus sienes y tu intelecto bendecido
del cual nos legaste tu historia singular.

No me arrepiento ser hijo tuyo
y celar los atributos que de ti heredé;
llevo tu talle bordado en mi cuerpo
y tu lindo nombre en mi mente también.

Ya me despido Guatemala hermosa,
dejando en tu frente mi corazón;
aunque es muy poco lo que te ofrendo
pero es un tesoro que solo para ti escogí.

A una mujer...

Reflexiones a una mujer…
(Dedicado a Aura Violeta Samayoa Herrera)


Razón de la existencia pura que a la madre debe honrar.

Prototipo de la mujer sincera que vive en pro de la hermandad.

Apóstol fémino que en la oscuridad da luz al desvalido y al enfermo sin esperar consolación.

Abnegación convertida en mujer que en el mundo ya no hay.

Solidaridad en lo inefable y en las tormentas que nos hagan sucumbir.

Angel protector que se desvela para predecir la venidera sinceridad.

Mujer que da con las dos manos, para con una recibir.

Consuelo en las penurias y oración en el reír.

Absolución que al pecador hace redimir.

Camino sin espinos, solo lleno de bondad.

Precursora de las madres que tienen un solo corazón.

Oración que en cada progenitora debe florecer.

Poder divino para ser madre y padre en el pergamino de sus hijos.

Guía espiritual en la borrasca y en la inesperada tempestad.

Voz tranquila que en el fondo hay rigor y pan.

Bandera de amistad ante los azotes del destino.

Objetivo alcanzable si es por sus hijos y razón.

Barca hacia puerto seguro teniendo de brújula su fe.

Norte que al extraviado le ofrenda luz con la magia del consejo oportuno.

Mujer que no desmaya ante el temor de lo inalcanzable.

Sinónimo de pobreza y con riqueza en el Creador.

Alma donde la ilusión no existe, solo la irreversible realidad.

Origen de una familia que honrará por siempre al Redentor.

Laurel que sin oro y aditamentos, solo aroma de consuelo es.

Mujer que hoy se necesita para afrontar la cruda realidad.

Mujer que en su sangre lleva efluvios de cristiana luminosidad.

Si otra madre o mujer existe así: Bendito sea mi Padre Celestial.

Amor fugaz

Amor fugaz

Vi una lánguida tristeza entre tus ojos
que yo quise disipar;
pero el farol de mis consuelos
ya no quiso iluminar.

Vagó la mariposa de mi ilusión cansada
en las sombras cortantes del silencio,
mojando sus alas en la brisa
que caía perfumada desde el cielo.

Estreché sus manos con las mías,
cuando ciegas nuestras almas se perdieron,
formando un haz luminoso de acerinas
en la quietud de una cadencia nocturnal.

Renacimos rozando nuestros pechos
en la tibia vibración de un delirio vago
que el instrumento heptacorde de mis sueños
enmarcó en las entrañas de la noche.

Así permanecimos respirando el viento
que al pasar alborotaba nuestro pelo;
pero las horas viajando tan ligeras
esculpieron un desvelo de amor en nuestras vidas.

Esta fue una cita de versos en la esquina,
donde hoy se juntan las gaviotas del recuerdo,
salpicando con sus alas la gladiola
que dejamos perdida en nuestro viaje.

Sueño azul

Sueño azul

Con el canto sublime de la noche
y el rocío que a tus pies se desgranaba;
paño terso era la rama más cercana
ahí donde trinaba un ruiseñor.

Era tu cuerpo, música o escarcha de jazmines,
bordado en lo confuso de la bruma;
aleteo de blancas plumas
sonriéndole al delirio
cómo la flor tropical y exótica a pecar.

¡Oh…! Todo era bello como algo inextinguible;
bailarinas, creo que eran las gotas de la brisa
que dejando perdido y confuso el firmamento
nuestros cuerpos se confundieron otra vez.

Todo fue sueño al contacto de tu real anatomía
que vibra como hoja al viento arrepentido
que al intentar abandonar sus brazos
dejó escapar aquel suspiro como lo hiciste tú.

¿Qué te hiciste maestro...?

¿Qué te hiciste maestro...?

Que triste es succionar la sangre,
principalmente al ser maestro;
llevar el apelativo del Galileo
que su alma y corazón nos ofrendó.

Hoy, el padre de familia cae
ante exigencias escolares
que, sin conocer sus múltiples pesares
su verdugo, el maestro, le impondrá.

Maestro:
¿Dónde quedó tu corazón benevolente?
¿Dónde extraviaste tu hidalguía?
que con ahinco nos ayudaría
a curar nuestras heridas.

Si así, demuestras tu esencia
¿Qué sendero debemos de tomar?
no se, si el fracasar
u olvidar la educación.

¡Bendito el maestro rural...!
que entrega su fructífera humildad
sin exigencias urbanas de maldad
que siempre erosionan aquel pan.

Olvidan que son padres
y que ésto algún día pagarán,
ante el Maestro de Maestros
que lo habrá de interrogar.

Ahí, será en vano su lamento
y talvez su arrepentimiento
de haber causado penas
entre su bella humildad.

Por haberse extraviado de su don,
llevar hacia el abismo
a padres y niños que con heroísmo
quisieron educarse para el bien.

Si esta reflexión llegara tarde,
feliz provecho les deseo en esta fecha
para que al recoger la cosecha
estos útiles no hayan sido en vano.

Al padre de familia lacerado
lo encomendaré en mi oración
para que el Eterno le de resignación
y ante sus verdugos la resurrección.

Cuidado excelso maestro

Cuidado excelso maestro

Cuidado excelso maestro,
quieren coartar tu derecho
los fratricidas cobardes
que están en acecho.

Su escudo es la falacia
que tu esencia denigra,
abre los ojos y el alma
que la tormenta es muy negra.

Antes eras como un dios
respetado y teñido de hinojos;
hoy te ven con desprecio
después de iluminarles los ojos.

Te manejan como marioneta
sin aceptar tu opinión,
te han vendido por pocas monedas
alcanzando tu humillación.

Son tus tiranos de ahora
adiestrados por Luzbel,
solo falta que te den el beso
y mojen tus labios de hiel.

Como quisiera ayudarte
pero el mal tiene poder;
mejor esperemos contritos
otro milagro en tu ser.

Tendrás que seguir diligente
ante los niños que adorarán
al saber que no niegas
ante el temible huracán.

Para calmar tu tristeza
sonríe y canta de corazón,
para cuando mueras seas
embalsamado con bendición.

La serpiente atenta estará
en tus pasos y tu senda;
que esté tu lámpara lista
para que no manche tu ofrenda.

Tus niños serán tu aliciente
porque benditos ya están
son siempre los escogidos
que te sostendrán.

El mal perderá la batalla
y tu reinado perdurará
a través del tiempo y su historia
que te inmortalizará.

Ante el crucifijo

Ante el crucifijo

Como hiciera para llegar hasta tu alma
para confesarte lo que siento por mí patria
y me ayudes a rescatarla del castigo
por el que llora, se lamenta y se carcome.

Tu sabes que la adoro desde adentro
en que guardo lo sublime de mi vida;
no puedes negarme lo que ansío
porque tu amas aunque sangres por espinos.

Te he colocado aquí en mi cabecera
para que en mis sueños contemples a mi patria,
porque hasta en ellos la lastiman los ingratos
que no han tenido madre todavía.

Talvez mis oraciones te han cansado
y no encierran el mensaje acariciado
utilizo palabras tan sencillas
ocultando la melancolía hacia mí patria.

La formaste bella y con retoques especiales,
igual a tus facciones milagrosas;
sálvala “padre nuestro que estas en los cielos
en la tierra y en todo lugar”.

Sabes que de ella emergen tus dones,
tus caricias y tu misericordia infinita,
es el estrado de tus pies conforme a tu palabra
mereciendo tu santa y piadosa bendición.

Perdona pues, mi súplica sencilla,
pero mi patria merece tu perdón,
si ha pecado y por ello la castigas
con esta delincuencia ingrata
te ruego su perdón.

Dejo en tus manos mi pedido,
ahí tu, si tengo razón o la calumnio,
en tus manos encomiendo lo que ansío
a nombre de mi patria
porque aun somos tuyos todavía.

Una voz sin eco

Una voz sin eco

Que tristeza invade el alma del humano
el ingrato alcoholismo que no muere;
monstruo horrendo que carcome poco a poco
a nuestros hermanos que deambulan por las calles.

Llora el espíritu, el alma se lamenta
cuando no es apreciada la existencia,
herencia divina que el Redentor nos otorgara
para llevar su imagen tan pura y tan divina.

Que maléfico es este germen que nos hunde
en el fango denigrante, cual abismo
succionando la voluntad y la esperanza
para no saborear los dones de la vida.

Cuántos cadáveres andantes se encaminan
a un objetivo sin luz y sin certeza;
producto de la cobardía y los antros
que ríen en su clandestinidad avorazada.

Quien pudiera combatirlos con apego,
en nombre de Dios que nos adora;
porque es triste que muchas almas se destruyan
teniendo autoridades para ello designadas.

Sólo un milagro puede sacarlos de aquel lodo
que acecha a nuestra juventud que hoy florece;
bastiones de esta patria que sueña y anhela
un futuro sin lacras humanas que su nombre desprestigien.

No hay quien se conduela de estas almas
que ya perdieron el haz de luz en que nacieron;
pero al final, unos acarician sus ganancias
y otros su carne en harapos convertida.

Virgen del Rosario

Virgen del Rosario
(Patrona de Quetzaltenango)

Cuando a tu altar me arrodillo reverente
mi estructura molecular se contrae y purifica;
realizándose el milagro que ansío
por aquellos mendigos que lloran sin un pan.

Es por eso que hoy mi queja te presento
para hacer que tus ojos se inclinen al anciano,
que no hace más que gemir por aquel frío
al congelarle el alma allá en su soledad.

También quiero encomendarte,
¡Oh Patrona Quetzalteca¡
al niño que camina descalzo por las calles
con su vestimenta raída por el tiempo
o por dormir a veces en la orilla del andén.

Sé, que mi verba es tan sencilla y tan humilde
para pedirte por la madre abandonada
que se encomienda a la caridad que ya no existe
para vivir y buscar al hijo que en el vicio se perdió.

Hoy, la droga, la delincuencia y la violencia;
sabes que es el cáncer maldito que nos hiere;
entonces que esperas para venir
a nuestro auxilio
¡o no somos hijos de tu bien…!

Esperamos que algún día no lejano
bajes de tu sitial que también te hace soberana
para que camines conmigo por las calles
y veas que nunca te puedo yo mentir.

Demuéstrale a esos vástagos perdidos
que no hay otra madre que nos pueda comprender;
que el mal nunca podrá contra tu esencia
aunque siempre nos quiera sorprender.

A la marimba...

Hormigo

Que humano hubiera podido
desentrañar que llevarías música y canción;
que al fragmentarte el hombre rudo
le dieras a cambio tu leal sonoridad.

Con ella contarnos anécdotas bellas
que escribiste enamorado
cuando tu misma vida te besó.

Cristianizaste al insensato,
al cruel que talvéz te despreció;
fuiste otro herido en su costado
para alcanzar resurrección.

Reencarnas en teclas de marimba
y te incrustas más allá del corazón
donde no puedes salir nunca
porque te vuelves nuevamente trovador.

Hombre eres en tu verde lejanía
para convertirte en fémina razón;
es que en tus fibras el hombre realiza
y diviniza en tu silueta a la mujer.

Es la herencia que nos dejas
después de arrancarte de tu hombría;
la afinidad que la baqueta espera
para conocer tu canto que se esconde en ti.

No tengo con qué agradarte,
sino, solo ofrendarte este corazón
y darte gracias hasta siempre
por llevar la marimba entre tu ser.

Ese ser que también acuna
la esencia del ejecutor que te acaricia,
al perderse también entre sus notas
para luego embellecerte y quererte con honor.